Japón es un país visualmente atractivo lo primero por su luz. La abundancia de días nublados, y la humedad que favorece el crecimiento de las plantas y flores, sin contar con el gusto japonés por los colores adornando anuncios, ropas y calles, ofrece al espectador imágenes no sólo exóticas, sino también fotográficamente ideales.
Además, en Japón se cultiva el gusto por la jardinería. Por las mañanas es fácil ver cuadrillas de abuelitas que se dirigen a cuidar los parterres de los parques públicos, haciendo con ello del paseo, un pequeño placer.
Si bien es verdad que el modelo de jardín japonés más exportado es el jardín zen, a la naturaleza viva, se le rinde el debido respeto y se le prodigan los más delicados cuidados ya que, según su religión más antigua, de carácter animista, es ahí donde residen los dioses.
Cuando paseas en Japón por un parque público, o por los jardines que rodean los templos sintoístas, te das cuenta de que cada detalle del lugar ha sido tenido en cuenta, para proporcionar a los paseantes un momento de calma y armonía con la naturaleza.
Parques públicos japoneses que en su diseño buscan el contacto con la Naturaleza, en entornos cuidados con esmero. Para evitar la erosión del canal, y darle movimiento al agua, unas piedras resaltan al fondo.